CAZADOR de cometas

Gabriel Vera Baeza

sinopsis

Costumbres y vida de una civilización hoy extinta, un hombre como cualquiera en un mundo contemporáneo y monótono y un joven entusiasta lleno de sueños son unidos por la predicción de un destino, de una vida, de un planeta. Cazador de Cometas, primera novela corta del autor Gabriel Vera Baeza retrata la curiosidad de un alma en diferentes épocas y momentos. Muestra cómo, a través de la reencarnación, tres personajes tan disímiles pueden conjuntarse y descifrar los enigmas a los que se enfrentan gracias a un código y a la confrontación de un cometa. Constituida por tres capítulos donde sus diferentes protagonistas muestran su vida rutinaria y permisiva, expresa la vida, la muerte, los deseos, los temores, alegrías y sinsabores que una humanidad sobrevive sin importar la edad personal y terrenal.

El lector al tener en sus manos esta historia puede identificarse con uno de los tres actores principales, o con los tres, ya que el ritmo de vida intenso de la cotidianidad, sin ser pesimista, se refleja cuantiosamente en Cazador de Cometas en diferentes etapas de la Tierra y donde, sin más preámbulos, el autor nos regala una narración ligera y espontánea.

CAZADOR DE COMETAS

Los astros parlanchines le hablaban de tiempos inmemoriales, de estirpes antiquísimas también devastadas y también resurgidas en la semilla de la memoria cultural, de la inmortalidad del género humano, pues los dioses le dieron la facultad de longevidad paralela a la de ellos; le hablaban que en zonas remotas otras culturas florecían en la ignorancia de la tragedia maya y, en su debido turno, sería aniquilada y vuelta a renacer; le hablaban del futuro de la región, el instante en que la estirpe degeneraría en un mestizaje y sería condenada a la esclavitud dentro del propio reino, obligada a extraer con sudores sanguinolentos la riqueza vegetal de los suelos, le hablaban de los pueblos costeros bañados por el mar turquesa donde se asentaría la raza cósmica, le hablaban de tiempos antediluvianos, cuando un cometa colosal sembró la semilla del género humano; le hablaban de comunidades ulteriores cuya ciencia, arte, política, economía, visión de los dioses, sexo, se basaría en valores que en ese momento a él le parecían una aberración, le hablaban de un futuro en que todos los territorios del globo iban a estar en unión permanente, creando una sola cultura, cual sincretismos descansaría simplemente en el contacto y asimilación de los credos de unos en el de otros estableciendo, más que una mezcolanza, una amalgama.

Raúl se sintió avasallado ante los jóvenes inquisidores que lo diseccionaban, hurgando en los resquicios de su pasado, aun el olvidado por él; extirpando entrañas para extasiarse en el descubrimiento del origen de las funciones o para machacarlas con los pies en furia asesina, la cual garantizara la aniquilación de las entidades anómalas, contagiosas, hasta terminar el ritual con escupitajos cuya saliva, aparte de demostrar desprecio, también fuera un antiséptico contra posibles propiedades patógenas.

Una adolescente se había mantenido al margen de la vorágine a modo de jefa del clan esperaba no por la carroña sino por el máximo trofeo, mientras el deleite por la carnicería se ocultaba en un rostro contrito. No rebasaba los 16 años, su cuerpo estaba a poca distancia de alcanzar colosales formas, sin embargo no era necesario esperar una madurez que sólo confirmaría el hecho: las curvas se habían repartido de manera perfecta por su anatomía delimitando con exactitud, pechos, caderas, cintura, piernas, haciendo que el desplazamiento de la vista por toda ella fuera un viaje idílico. Esa presencia hubiera sido la ambición de conquista de otras épocas, mas ahora Raúl antepuso negaciones a modo de curar la lascivia, la brecha generacional, la incapacidad de un enfrentamiento al tú por tú con un cuerpo lleno de vitalidad, al largo rito de seducción para el cual ya no tenía tiempo. Entonces optó por librar de manera honrosa la tarde y una vez más hizo una intentona de despedida; el grupo había cambiado el centro de atención, que ahora era la organización de la tarea escolar, y por lo tanto se olvidaron de él; era el momento de huir, pero Ximena reclamó turno del festín. Empezó por incluirlo a la reunión dándole el papel honorífico de asesor, pues sobre él caían los cuestionamientos acerca de lo acertado o erróneo en los avances, Las respuestas agradecidas se mostraban en la sonrisa de ella que jugaba en la frontera de la camaradería y la coquetería.

En cierto momento sintió los dedos de Ximena explorando su antebrazo, su espalda, de manera tan fugaz que sólo pudo atribuirlo a la imaginación maximizando los acercamientos hechos para mostrarle un adelanto o hacerle una consulta; igualmente el perfume de la chica se matizaba con la cercanía, pero no dentro de la lógica gradual de las distancias, sino al tenerla cerca pareciera ser bombardeado por feromonas que como erupción volcánica lo alcanzaban justamente dentro del radio piroplástico, y cuyas explosiones creyó confirmar en leves gemiditos que más bien le parecieron ronroneos de gato en retozo. Una pierna rozando ya sin tapujos la de él confirmó la realidad de las elucubraciones. La pequeña gata ya no jugaba al gato y al ratón ahora clavaba una dentellada la cual lo hizo cimbrar, despojada de la careta de niña la vio aún más hermosa y se dejó seducir por las miradas, por los elegantes dedos jugando a hurtadillas a los encantados y desencantados sobre él, por el baile erótico descifrado en el ir y venir por la habitación. Raúl, ya presa, correspondía a cada insinuación con el ardor de las épocas juveniles usando las mañas que los años le habían perneado y, así a las miradas de ella, le sostenía el contacto por breves segundos; cuando Ximena se agachaba dejando el olor del pelo recrease inhalaba suavemente llenando los pulmones del aroma, pero principalmente haciendo que ella percibiera la acariciante aspiración de su cuero cabelludo y durante las ejecuciones dancísticas él lanzaba fugaces miradas a lo más erógeno de la bamboleante anatomía que inmediatamente respondía en un hinchamiento apenas perceptible.

Aquel día las cosas no daban para más, entonces Ximena aduciendo errores insalvables de la tarea por esa ocasión, proponía otro encuentro. “Así que la párvula planeaba seguir con la seducción del viejo rabo verde“, pensó Raúl y se entusiasmó en especular una nueva cita y quizás ella con otras ropas y otras técnicas pretendería hacer que la situación avanzara; atiborrado de miedo y entusiasmo por la virginidad ofrecida no tuvo mayor idea el resto de la tarde. Todavía esperó a su hermana, pero argumentando otras actividades no tardó en despedirse.

 

ficha técnica

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