la canción de dorian

Gabriel Vera Baeza

sinopsis

Después del gran éxito editorial que significó “Teorías Acerca del Amor” y “Cazador de Cometas” el autor nos involucra una vez más en su narrativa con la presente obra.

-“La canción de Dorian” es mi reconciliación con Dios. –Lo ha mencionado el autor y como toda reconciliación sus letras son viscerales, blasfemas; es dar y recibir sin cuartel, es ignorancia, ingenuidad y sabiduría, es la crueldad de los niños y la amargura de la vejez; es la lluvia como mensajera cíclica; es un acto catártico que anticipa un futuro pleno.

-“La canción de Dorian” es una novela corta escrita con grandes pinceladas de prosa poética. A través de su narrativa el autor trata de desentrañar el origen del alma, su significado presente y el más allá para concluir categóricamente en la reencarnación. “Dorian” es un gato, es un alma y es un sujeto perdido en sí mismo, y en este último estado le es necesario descubrirse en la tríada para poder aspirar a la evolución; los sueños recurrentes, el compañero de viaje y su insatisfacción en torno a la vida serán las claves.

LA CANCIÓN DE DORIAN

Los meses pasaron y en ellos se afianzaba la idea del deceso de Dorian hasta convertirse en una certeza —Dorian está muerto—, pensaba. Sin embargo, aún dentro de la convicción había un pequeño resquicio de duda por donde respiraba la ilusión que lo hacía despertar ocasionalmente y espiar por tejados circunvecinos la ruta del regreso.

Sucedió que una madrugada, como tantas otras, maullidos nocturnos le sobresaltaron. Esperó ya consciente, un maullido revelaba no era un sueño o una voz desconocida; un segundo sonido gutural se expandió desde fuera de la puerta: era Dorian. De un salto llegó al umbral franqueándole la entrada, le introdujo a la recámara, lo acomodó sobre las cobijas y descubrió únicamente había ido a despedirse. Se recostó a su lado y pasó la madrugada acariciándolo y contándole de Paola, del trabajo, de sus padres; de lo maravilloso que había resultado compartir una porción de existencia con él. Las horas pasaban deshebrando la vida del gato.❞

 

 

El lugar le despertaba una vaga familiaridad pese a la convicción de jamás  haber estado allí, sin embargo, pese al breve reconocimiento se sentía cohibido y un poco fuera de sitio ante el bullicio y naturalidad con que se desarrollaba todo al derredor. Una voz lo sacó del marasmo.

—Llámame Axel, aquí sólo tenemos un nombre transitorio para facilitar nuestra identidad, ¿cómo quieres que te llame?  

Intuitivamente respondió:

—Dorian—. Sorprendiéndose de la respuesta dada.

—Bueno Dorian, parece que es la primera vez que estás aquí, si deseas te puedo acompañar a equiparte con tus elecciones. El manual intuitivo con el cual llegamos es un tanto impreciso e influyente—. Dijo Axel.

Dorian no respondió, aún continuaba impresionado y cohibido ante la nueva situación. Trató de bajar la vista, de ubicar  su cuerpo; la visión sólo le devolvía una imagen etérea, blanca, luminosa, de forma humanoide. Volteó hacia el interlocutor y la misma silueta que vio consigo se repetía frente a él, y más allá y en toda la dimensión del recinto. Las voces a modo de susurros sí hablaban de una identidad personal.

Una voz imperativa rompió el bullicio exigiendo atención:

“Almas, es el momento de la elección; pasen de tres en tres en cada sala, hagan la mejor selección y recuerden, no los queremos de regreso”.

En orden casi militar las almas se formaron y entraron aleatoriamente a las estancias. Axel, Dorian y Pentax tomaron turno e ingresaron al primer local rotulado con la palabra “Sexo”.

Axel más desenvuelto tomó su sexo: femenino; Pentax, se inclinó sin titubeos por el masculino; Dorian, aún con la intuición programada titubeaba.

—Mira Dorian—, habló Axel, para regresar a la tierra, ésta nos exige ciertas condiciones: aquí no hay tiempo, género, lazos afectivos determinados, apetito, mas es un estado transitorio, volveremos como seres humanos, nuestra misión allí es, a través de nuestras decisiones, cumplir un destino.

Dorian volvió a sorprenderse de escuchar su propia voz al contestar, —Quiero sexo femenino como tú.❞

 

 

Le despertó un dolor que avanzó por las extremidades inferiores deteniéndose en las coyunturas y, desde allí, serruchando, haciéndose evidente en el crujir de huesos, hasta dislocar el fémur de la tibia, la tibia del tarso y así paulatinamente. Ya en plena conciencia se levantó a calzarse unos calcetines y agregar una manta más al lecho. Sabía que una tormenta se desataría en las próximas horas, procuró recordar si algún objeto entrañable estaría para ese momento a la intemperie, el saldo sólo le arrojó un periódico olvidado sobre la banca del patio y un té expuesto a las propiedades del sereno, nada que ameritara tentar al dolor en pos de salvación.

A temprana edad descubrió la peculiaridad de sus huesos para predecir la lluvia; parecía haber comenzado después de una bronquitis infantil superada. A él le hubiera gustado tener la certeza del origen remontado a un ayer, después de ser alcanzado por un rayo y sobrevivido a la descarga, pero desgraciadamente el atributo tenía más de vulgar que de mágico. Le hubiera agradado no sólo predecir con algunas horas de antelación la precipitación pluvial, sino atraerla; decidir cuánto, en dónde y cuándo llover. Que al morir su osamenta insepulta por mano humana, clandestina, conservara la gracia y emitiera fuegos fatuos y fosforescentes en claro presagio de un tesoro acuoso, mas el don era apenas de heraldo de lluvia y en el caso de la ciudad servía menos de nada la investidura de aprendiz de tiempero.

ficha técnica

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